Artrosis de tobillo
La artrosis es una enfermedad degenerativa de las articulaciones. Básicamente consiste en la pérdida del cartílago articular, la formación de osteofitos (picos de hueso) y la deformación de la articulación afectada. El cartílago hialino de las articulaciones es una capa de unos milímetros de un tejido conectivo especializado en absorber carga mecánica y favorecer el deslizamiento de un hueso sobre otro a nivel de las articulaciones.
Existen factores desencadenantes de la artrosis, como un traumatismo importante, y factores que aceleran la progresión de la misma, como la inestabilidad o la sobrecarga mecánica de la articulación afectada. También existe una predisposición genética a padecer la enfermedad.
La progresión del desgaste es difícil de frenar, por eso a medida que se envejece la proporción de pacientes con artrosis aumenta.
El tobillo, la articulación tibioperoneoastragalina, no es una localización frecuente de artrosis, como ocurre con la rodilla o la cadera. Los pacientes afectados presentan por el dolor al caminar y disminución del arco de movimiento del tobillo. La mayoría de los casos recuerdan un accidente previo, refieren inestabilidad (torceduras y esguinces frecuentes) o lesiones del cartílago años atrás.
El diagnóstico se realiza con radiografías simples del tobillo, preferiblemente en carga. Para estudiar mejor el caso puede ser útil la realización de un TAC o una resonancia magnética.
Radiografía anteroposterior de tobillo con evolucionada artrosis
Radiografía lateral de tobillo con evolucionada artrosis
Imagen de TAC de paciente con artrosis avanzada de tobillo
En los primeros estadios no se le presta a veces el suficiente interés. Sin embargo es en esta fase en la que las medidas higiénicas y conservadoras pueden ralentizar la progresión de la artrosis. Los consejos pasan inevitablemente por la modificación de la actividad. Se desaconsejan deportes de contacto, carrera, salto y giro. El ejercicio en piscina, la musculación y la bicicleta son muy recomendables para mantener la movilidad y la fuerza. Además ayudan a mantener el peso adecuado, porque como es lógico el exceso de peso empeorará los síntomas y el pronóstico.
Los zapatos con suela en balancín pueden mejorar la movilidad y disminuir el dolor de pacientes con artrosis de tobillo.
Recomendamos también suplementos nutricionales de nutrientes del cartílago como la glucosamina o el condroitín sulfato. Existen estudios que demuestran una progresión más lenta de la enfermedad si se toman. Recientemente otra medicina que puede actuar disminuyendo la pérdida de cartílago es la Diacereína.
La Viscosuplementación consiste en realizar infiltraciones dentro de la articulación. El compuesto más utilizado es el ácido hialurónico, que actúa mejorando el «ambiente» de la articulación, como un líquido sinovial artificial que nutre el cartílago y mejora el deslizamiento de las superficies.
La terapia con infiltraciones con factores de crecimiento derivados de las plaquetas podría ofrecer una mejora parcial y temporal de los síntomas, pero nunca una curación de la enfermedad.
Cuando el paciente no puede realizar una vida normal y el dolor es incapacitante, es el momento de plantear la intervención quirúrgica.
La artroscopia de tobillo puede utilizarse en casos no muy severos para retirar los osteofitos que limitan la movilidad del tobillo, además de realizar una sinovectomía (quitar la sinovial inflamada) y regularizar la superficie de cartílago irregular. Es una intervención ambulatoria y mínimamente invasiva que no cierra puertas a otras intervenciones mayores, pero de la que no debe esperarse una resolución completa de los síntomas sino solamente una mejoría parcial.
En los pacientes jóvenes con artrosis severa de tobillo la técnica quirúrgica de elección sigue siendo la artrodesis de tobillo, es decir, la fijación de la articulación. El resultado es muy bueno para quitar dolor, pero se pierde la flexoextensión del tobillo, que queda en la posición más favorable para caminar. La prótesis de tobillo, a la que nos referimos a continuación, puede ser implantada, con mejor movilidad, pero el riesgo de aflojamiento y movilización o desgaste de los componentes es alto si se realiza una actividad física importante y durante años. La elección entre artrodesis o prótesis debe ser por el paciente tras una completa y clara información del cirujano.
Radiografía de control de artrodesis de tobillo con dos tornillos
En los pacientes mayores con artrosis severa la prótesis total de tobillo sí es una buena opción. Las prótesis de tobillo son más recientes que las de rodilla y cadera, y no ha sido hasta la tercera generación de estás prótesis cuando se han empezado a tener buenos resultados y lo que es más importante, duraderos. Las prótesis habitualmente constan de un componente metálico tibial, un componente metálico astragalino y un polietileno entre ambos, que es una pieza de un plástico especializado que favorece la congruencia entre las anteriores. Los resultados son buenos en la gran mayoría de los pacientes. El dolor y la función mejoran significativamente. El paciente permanece en el hospital menos de una semana. La rehabilitación comienza lo antes posible y se prolonga hasta que el paciente consigue un buen arco de movimiento y tiene una capacidad para deambular aceptable. Las muletas se retiran aproximadamente en un mes y medio. Aún así el reto es conseguir mejores diseños que favorezcan una mayor movilidad postoperatoria y que puedan ser revisados en el futuro en caso de desgaste o aflojamiento de algún componente. En casos de pacientes con alergia a metales la prótesis debe ser de titanio. El desarrollo de los instrumentales ayuda a una mejor técnica quirúrgica para optimizar igualmente los resultados.